El peregrino o caminante que uno lleva dentro sabe muy bien que cada jornada, por muy vulgar que a menudo parezca, es un trozo del camino hacia la realización del alma.
Debemos viajar atentos a las señales del cielo que aparecen aquí y allá, que confirman la dirección y nos aseguran el contacto mágico de cada momento.
Marcela Santos
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